Fernando Martínez es arquitecto por la Facultad de Arquitectura de A Coruña y tras trabajar junto a Jorge Meijide y formar parte de SOMA y de NO IMPORTA, funda su propio despacho en 2018: FERarquitecto. Especializado en Passivhaus, el estudio se enfoca principalmente en casas, edificios de vivienda, así como en otros proyectos en el ámbito del retail y oficinas.

«El valor más importante que intentamos transmitir en los proyectos es la eficiencia entendida de forma global»

 

De querer diseñar naves espaciales ¿qué te llevó a querer ser arquitecto?
Siempre fui un niño muy curioso, y de hecho sigo siéndolo a día de hoy. Cuando era pequeño sentía un gran interés por todas las cosas que me rodeaban y quería profundizar en todas ellas. El dibujo era una de esas cosas, dibujaba por diversión, como un juego… sin saber que sería algo que me acompañaría hasta el día de hoy.
A medida que fui creciendo, me gustaban todas las asignaturas, y realmente no tuve un interés especial en estudiar arquitectura hasta que empecé. Me metí en este mundo gracias a mi hermano, él es aparejador y un día me dijo que creía que yo podría valer para arquitectura, supongo que por esa mezcla de intereses que yo tenía entre el dibujo, las matemáticas, la filosofía… Entré en la carrera sin ningún tipo de interés, y fue precisamente en el proceso de curiosear por ella cuando encontré esa pasión que me mantiene hoy en día dedicándome a esto. Entender que se puede mejorar el mundo a través de la arquitectura fue mi mayor motivación y lo que despertó en mí un amor por esta profesión.

¿Qué te influyó más en tu paso por la Facultad de Arquitectura de A Coruña?
Creo que los amigos son una de las cosas más influyentes en cualquier etapa universitaria. Mis amigos de la facultad se han convertido en la pandilla que a día de hoy sigue más activa, y vitalmente me han marcado mucho.
Por otro lado, por supuesto tengo que mencionar a Jorge Meijide, ya que durante mi paso por la facultad encontré en él un maestro, un “padre” de la arquitectura. Es sin duda la persona de la que más he aprendido arquitectura y actualmente seguimos manteniendo un trato muy cercano, “discutimos” semanalmente sobre una infinidad de temas que giran en torno a esta profesión.

Tus primeros años laborales están marcados por la colaboración, trabajando junto a Jorge Meijide así como luego en SOMA y en NO IMPORTA. ¿Qué te llevas de esas experiencias?
Experiencia lo primero. Con respecto a mi etapa trabajando junto a Jorge, fui yo mismo quien le comenté que quería trabajar con él. Me aceptó como un discípulo y empezamos a trabajar haciendo concursos. Fue una época genial, no teníamos un duro pero nos dedicábamos a hacer arquitectura. No teníamos estrés de empresa, nos juntábamos por la mañana, leíamos y nos poníamos a dibujar, y se acababa el día. Fueron años divertidos, de mucho aprendizaje y mucha profundización en el conocimiento de la arquitectura. Al fin y al cabo, durante la carrera uno se centra más en aprobar las asignaturas y ve demasiadas cosas, durante esta época fui acotando el camino para intentar convertirme en el arquitecto que soy a día de hoy.
SOMA fue una consecuencia de la crisis de la construcción. Lamentablemente no pude seguir manteniendo el estudio que tenía con Jorge, pero yo tenía que buscarme la vida y decidí quedarme aquí. Poco a poco fuimos sumando socios en un proyecto en el que nos unía el interés por la arquitectura. Nos inventamos el trabajo, profundizando en co-living, buscando alternativas, desarrollando los pocos trabajos que teníamos de la mejor manera posible.
En ese contexto apareció NO IMPORTA, un colectivo no solo de arquitectos sino también de artistas. Hacíamos eventos comunes y explorábamos hacia dónde se dirigía el sector. Todas estas experiencias nos aportaban una visión más clara para elegir mejor nuestro camino

En 2018 fundas tu estudio actual. ¿Qué te llevó a ello?
Después de todos esos años de exploración y aprendizaje, decido continuar en solitario y montar lo mío propio. No sé si por cabezonería, porque actualmente soy el único que siguió haciendo arquitectura, pero aposté por hacer lo que me apasiona y decir “soy Ferarquitecto”.

 

Barbol

¿Condiciona la mirada como arquitectos estar ubicados en A Coruña y rodeados de un entorno natural tan rico?
Por supuesto. Como arquitecto, considero que una de las cosas más importantes por resolver es hacer arquitectura dentro de tu cultura. Vivimos en un mundo globalizado en donde muchos arquitectos hacen lo mismo aquí y allá, pero lógicamente no puede ser lo mismo una casa aquí o en Miami. No debe serlo. Mi reto es resolver los problemas de mi entorno y de mi cultura, y el hecho de haber crecido en un entorno tan rico claro que condiciona la manera de hacer arquitectura.

¿Qué valores arquitectónicos son constantes en los proyectos del estudio?
El valor más importante que intentamos transmitir en todos nuestros proyectos es la eficiencia entendida de forma global, no solo energética, sino también en el uso de los espacios, en los sistemas de construcción, en los materiales…
En cuanto al diseño y siguiendo la filosofía arquitectónica de Le Corbusier, perseguimos la geometría y las proporciones, que las cosas funcionen bien y que se generen recorridos agradables.
Por último, la materialidad de los proyectos: cómo se construyen y con qué materiales. La arquitectura es el fondo de nuestras vidas, pero los materiales, los colores… afectan en gran medida a nuestra percepción y por eso es imprescindible cuidar cada detalle.

Especializado en Passivhaus y en arquitectura eficiente, en un contexto con cada vez más desafíos climáticos. ¿Los clientes os escuchan más?
Sí, pero la mayor parte de los clientes que optan por una casa Passivhaus lo hacen por una consideración más bien económica. Buscan reducir su consumo energético para tener facturas de luz más ajustadas y utilizar menos recursos en general. Es verdad que algunos sí tienen esta preocupación por el medio ambiente, pero en muchos casos, esta preocupación queda eclipsada por la necesidad de gestionar eficientemente sus gastos. Aún así, es importante destacar que cualquier acción que contribuya a la eficiencia energética y la reducción de recursos también tiene un impacto positivo en el medio ambiente, lo que añade un valor adicional a la elección de este tipo de vivienda.

En vuestro portfolio destaca la producción que desarrolláis en el ámbito de la vivienda. ¿Qué innovaciones detectáis que os piden los clientes que antes no prestaban tanta atención?
Nuestro valor como arquitectos radica en nuestra capacidad para pensar más allá de las solicitudes directas de los clientes. Si nos limitamos a simplemente dibujar lo que nos piden, corremos el riesgo de ser reemplazados por la tecnología en un futuro cercano. Por lo tanto, nos esforzamos por ofrecer propuestas que vayan más allá de las expectativas iniciales del cliente, brindando un punto de vista único y diferente dentro del campo de la arquitectura.

También desarrolláis trabajos en ámbitos como las oficinas o el retail. ¿Cómo trasladáis la identidad corporativa a los espacios que proyectáis o rehabilitáis?
Cuando trabajamos en retail siempre le traslado al cliente que el local donde va a desarrollar su actividad es su imagen corporativa más importante, mucho más que un logo. Es una forma mucho más tangible de transmitir unos valores, un estilo o una personalidad. Es por ello que buscamos crear espacios que no solo sean funcionales y atractivos, sino que también reflejen la esencia y el mensaje de la marca de manera coherente y efectiva.
Este proceso siempre es una buena oportunidad para probar cosas, ya que dentro de un sector con un contexto tan cambiante, nos permitimos lanzarnos a puestas estéticas más diferentes, salirnos de la caja y arriesgar buscando ese punto más divertido.

¿Hacia dónde debería transformarse una ciudad como A Coruña?
La transformación de una ciudad como A Coruña debería dirigirse hacia la creación de un entorno más amigable para el peatón, fomentando la movilidad sostenible y aumentando la presencia de áreas verdes. En general creo que tenemos una ciudad muy acogedora y práctica, que cuenta con una buena base por su emplazamiento, el clima, la belleza del entorno…
Precisamente por estas razones A Coruña tiene el potencial para convertirse en un lugar donde sea fácil disfrutar del entorno urbano. Creo que habría que darle una vuelta a la distribución del espacio público, priorizando el tránsito de peatones y ciclistas, revitalizando las calles con la promoción viviendas en planta baja y creando zonas de recreo comunitarias que fomenten un estilo de vida más local y conectado con la comunidad. Disfrutar de tu barrio sin la necesidad de desplazarte, ser “pasivo” pero a nivel urbanita.
Por último, creo que el gran reto es que la ciudad se abra más al mar, aprovechando este recurso natural tan importante que forma parte de nuestra identidad y cultura. Es necesario crear espacios públicos como grandes terrazas abiertas que permitan a los ciudadanos disfrutar plenamente del privilegio de esta cercanía con el mar.

Casa Cuña

Casa Luna

House of Corners